Un paseo de 90 minutos por Atapuerca (sin salir de Miranda)

Los niños y niñas disfrutan de una animada charla científica sobre la vida de nuestros antepasados de Atapuerca y aprenden cómo hacer fuego o a pulir herramientas

 

¿Cómo vestían nuestros antepasados de Atapuerca? ¿Eran carnívoros o también comían frutos? ¿a qué se dedicaban los niños y adolescentes hace 800.000 años? Estas son algunas de las preguntas a las que, poco a poco, fue dando respuesta la investigadora de la Universidad de Burgos en Evolución Humana y guía de Atapuerca, Ángela Varela Neila en Bebot Miranda. Esta burgalesa apasionada por la prehistoria fue la ponente de Ciencia Entre Fogones en su versión infantil, un divertido e interactivo encuentro que bajo el título ‘ ¿Por qué no necesitaban Internet nuestros antepasados de Atapuerca? fue revelando a los escolares cómo eran las condiciones de vida en las cuevas de la sierra de Atapuerca.

La investigadora Ángela Varela muestra a los niños cómo nuestros antepasados hacían fuego en Atapuerca.

La investigadora Ángela Varela muestra a los niños cómo nuestros antepasados hacían fuego en Atapuerca.

Recreación de un poblado de Atapuerca. Crédito: Javier Trueba / Madrid Scientific Films

Recreación de un poblado de Atapuerca. Crédito: Javier Trueba / Madrid Scientific Films

«Los arqueólogos somos principalmente investigadores y cuando encontramos piezas debemos investigar de quién eran y para qué servían», confesó la doctoranda a los pequeños participantes.  Así, Neila explicó a los 40 escolares que participaron en la jornada divulgativa curiosidades como la existencia de Benjamina, una niña de Atapuerca de unos 10 años que fue ayudada por todo el grupo hace 530.000 años porque era diferente por tener un cráneo asimétrico. Mostrándoles el cráneo del más famoso heidelbergensis encontrado en Atapuerca,  Miguelón, la experta les mostró cómo una alteración ósea, asociada a una infección  muy fuerte de dientes, le impedían masticar. «Lo que nos hace suponer que fueron otros miembros de su clan los que le trituraban la carne para que Miguelón sobreviviera ¡Seguramente en aquel entonces se la comían cruda e imaginaros el trabajo que costaba masticarla! «.

La investigadora de la Universidad de Burgos en el área de Evolución Humana también relató a los pequeños científicos que la vida era muy diferente para los niños y niñas como ellos. «Los menores eran los encargados de recolectar frutos y bayas, o incluso de pescar con las manos, como hacían nuestros abuelos en el pueblo», ejemplificó.

 

Lo que nos hace humanos

Los humanos y los chimpancés nos parecemos mucho: jugamos, reímos, tenemos amigos, e incluso capacidad de aprender y memorizar. «De hecho, antes de convertirnos en homínidos, es decir, en seres humanos, éramos monos. Pero a lo largo del tiempo evolucionamos, y nos distinguimos de nuestros primos hermanos, los chimpancés, en aspectos claves», expuso Varela.

Según Varela, estas son algunas diferencias con respecto a nuestros antepasados primates:

  1. BIPEDISMO: La primera y esencial diferencia entre los chimpancés y los humanos reside en la forma de desplazarnos: caminamos sobre dos piernas. Los chimpancés pueden caminar algunos metros de pie, pero lo hacen con mucha torpeza, como lo haría un anciano que necesita un bastón para sujetarse.
  2. PULGARES: El origen de la pinza de precisión que los humanos pueden hacer con las puntas de los dedos y la del pulgar para manipular objetos.
  3. HERRAMIENTAS: Gracias al alargamiento de los pulgares, nuestros antepasados desarrollaron la capacidad de fabricar herramientas complejas.
  4. CAPACIDAD CRANEAL: Los humanos modernos tenemos huesos parietales del cráneo y lóbulos parietales del cerebro mucho más grandes que cualquier homínido extinto, incluso que los neandertales, que tenían una capacidad craneal parecida a la nuestra
  5. SIMBOLISMO: capacidad para crear un lenguaje hablado, necesidad de expresión mediante el arte, etc

 

Los pequeños tuvieron la oportunidad de tocar diferentes reproducciones de lasca de sílex utilizadas en Atapuerca hace un millón de años.

Los pequeños tuvieron la oportunidad de tocar diferentes reproducciones de lasca de sílex utilizadas en Atapuerca hace un millón de años.

Para aprender, hay que tocar

Neila ofreció una charla interactiva, en la que los estudiantes tuvieron la oportunidad de tocar los huesos de ciervos, calaveras, trozos de vasijas y reproducciones de cuchillos y otras herramientas fabricadas en la sierra de Atapuerca. Delante de los pequeños, fabricó una lasca de sílex con borde cortante muy parecido al hallado  en el yacimiento de la Sima del Elefante. Para demostrar que realmente «cortan como nuestros cuchillos», Varela sujetó un pequeño mechón de pelo de una niña voluntaria, y lo cortó al ras, ante el asombro de su joven público.

Sin embargo, los participantes de esta charla científica se quedaron, si cabe, más emocionados cuando la arqueóloga les enseñó a hacer fuego, sin mecheros ni cerillas, utilizando elementos que ofrece la naturaleza. «Se golpea una piedra de silex contra el lateral de una roca rica en óxido de hierro. Las chispas que salen llegan a encender este trocito de hongo seco que tenemos justo aquí y que nos va a hacer de combustible. ¿Veis como ha prendido?», apeló la guía de Atapuerca ante los «¡Ohhhh…!» de los más benjamines.

Ángela Neila durante la charla científica sobre evolución humana en Bebot Miranda.

Ángela Neila durante la charla científica sobre evolución humana en Bebot Miranda.

Una niña atiende a las explicaciones de la investigadora en el taller de Ciencia entre Fogones

Una niña atiende a las explicaciones de la investigadora en el taller de Ciencia entre Fogones